El gasto destinado a Educación en Chile, dentro del presupuesto fiscal, es especialmente bajo en lo que se refiere a la Educación Parvularia. Según los últimos informes de la OCDE, Chile es unos de los países que aún asignan una proporción menor de recursos públicos, en comparación con la Educación Superior, cuya brecha, según se gráfica en Education at a Glance 2018, alcanza al 67,5%, en comparación con el resto de los países de la OCDE.
Si pensamos que, de acuerdo a los últimos estudios, la educación preescolar de alta calidad, mejora las habilidades cognitivas y el desarrollo socioemocional de los niños y niñas, impactando significativamente en su futuro, los países que pertenecen a la categoría de “desarrollados”, debieran al menos reconsiderar aumentar el presupuesto en la preparación de docentes y profesionales que permitan aumentar dichas habilidades y competencias.
Se sabe, por cierto, que en Chile existe un porcentaje bastante alto de niños y niñas por educador/a, en la etapa inicial (24 por docente), que es el doble del promedio de los países de la OCDE. Entre 2005 y 2016, se registra un aumento en las matrículas del 52%, versus un aumento de 23% en la dotación de educadores.
Si las metas de este conglomerado es contar con políticas educacionales focalizadas en la primera infancia para contribuir a la reducción de la pobreza y “posibilitar mayor movilidad social”, una de las principales recomendaciones de la OCDE es el aumento del gasto público en la educación parvularia, que en Chile sigue siendo bajo, en especial para niños y niñas de 3 años.
Si a estos índices agregamos que en los países más avanzados, se incluyó la necesidad de contar con estudios de Investigación, Desarrollo e innovación (I+D+i) en la malla curricular de los docentes de Educación inicial y Básica, vemos que Chile está lejos de caminar a la par con el resto de los países desarrollados.
El proyecto “Metas Educativas 2030” o Declaración de Incheon, en su meta XIV resaltó la necesidad de: “…métodos y contenidos de enseñanza y aprendizaje relevantes, que satisfagan las necesidades de todos los educandos, educados por docentes capacitados”.
Este objetivo apunta a innovar las especialidades en las que se forman docentes para la Educación Inicial y Básica. Se busca perfeccionar la estructuración de los contenidos relativos al Sistema Nervioso Central, (en particular del cerebro) como base para la comprensión y fundamentación de la enseñanza y el aprendizaje desde las primeras edades.
Dicho en otras palabras, formar a un docente bajo esta concepción interdisciplinar, conduce necesariamente a un impacto integral en la educación, a través de un mayor conocimiento del sistema nervioso central, se pueden obtener mejores resultados en la atención voluntaria, la memoria, la imaginación creadora, el pensamiento y el lenguaje, que en la etapa inicial de los seres humanos resulta relevante.
Este foco, tiene presente además la visión y la voluntad política, reflejados en tratados de derechos humanos internacionales, en los que se cautela el derecho a la educación y “su interrelación con otros derechos humanos”. Todo ello en pos de garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, que permita aprendizajes durante toda la vida formativa y al alcance de todos y todas.
A la luz de estos datos, tanto la calidad, como la cobertura de la educación inicial, pública sigue siendo desigual en Chile. La calidad y el acceso de oportunidades educativas solo se encuentra en los estratos más altos de la sociedad.
Si bien hay ciertas iniciativas que consisten en enviar leyes al parlamento para acortar las brechas en la educación inicial, aún es necesario desarrollar dinámicas de interacción entre el gobierno y las escuelas, que no solo se den en el ámbito presupuestario, sino también en la innovación de la formación de profesionales docentes, en la malla curricular, y en la valoración de este nivel, con su proyección educativa mirando hacia el futuro, con seres humanos formados integralmente.